5 jun 2014

jueves, junio 05, 2014

La drástica decisión del trabajador que decidió quemarse a lo bonzo volvió a destapar la realidad de los conductores del Transantiago, expuestos a duras condiciones laborales, persecución sindical y el enorme peso de ser la cara visible del cuestionado sistema de transporte público.


ElDesconcierto.cl
Durante el 2006, bajo el gobierno de Ricardo Lagos, el anuncio de la modernización de los buses de locomoción colectiva prometía también la profesionalización de los choferes del Transantiago y el mejoramiento de sus condiciones de trabajo. Las nuevas máquinas, recorridos y herramientas del sistema traerían consigo mejores tiempos para los trabajadores del transporte, quienes, al igual que los usuarios, han ido decepcionándose progresivamente de las promesas.

Durante la madrugada del lunes, Marco Antonio Cuadra, de 48 años, sorprendió a sus compañeros de la empresa RedBus, en Huechuraba. Cerca de las 7 de la mañana, el dirigente sindical, conocido como “Flaco legal”, tomó un bidón, roció bencina en todo su cuerpo y se prendió fuego. Hoy, se mantiene en el Hospital San José con el 90 por ciento de su cuerpo quemado.

Cuadra había sido despedido recientemente a pesar de su fuero sindical y, aunque la Dirección del Trabajo ordenó a la empresa su pronta reincorporación, ésta aún no le había informado la noticia al trabajador. Así, en medio de la desesperación y el estrés provocado, el dirigente anunció a sus compañeros la medida y la concretó sin más.


El hecho no pasó desapercibido para nadie. Las autoridades anunciaron la constitución de una mesa de trabajo tripartita junto a trabajadores y representantes de las empresas del Transantiago, con el fin de analizar la situación laboral del gremio. La medida, sin embargo, llega tarde para Cuadra y sus compañeros, que hoy declaran haber pagado los platos rotos de la ira de los usuarios y las falencias de un sistema de transporte público que, a 7 años de su implementación, aún está lejos de cumplir con las expectativas.


El mito de la modernización

En el gremio, la decisión del dirigente sindical ha sido masticada de a poco. Mientras la mayoría dice lamentar lo ocurrido, otros, menos tímidos, han alzado la voz para dar a conocer la realidad que llevó a Cuadra y a tantos otros, a vivir una auténtica pesadilla a bordo de sus máquinas de trabajo.

La razón principal del desgaste, aseguran, se debe a la falta de descanso. “No sé si usted ha visto en la televisión cuando aparecen estos cazanoticias que muestran a unos choferes que se quedan dormidos al volante. Lo hacen con tanta liviandad, con tanta propiedad de apuntar y decir ‘mira, se está quedando dormido’, pero nadie ve el fondo, qué es lo que le está pasando a ese conductor”, explicó Patricio Ponce, presidente del Sindicato nº2 Nacional de Empresa RedBus Urbano S.A.

Los trabajadores acusan que el sistema está falto de conductores, falencias que, de una u otra manera, las empresas deben cubrir para evitar multas. Por ello, aprovechando las necesidades económicas de los choferes, se les asignan horas extras que superan por lejos el límite de 45 horas semanales al volante, llegando a alcanzar, en ocasiones, 16 ó 18 horas diarias de trabajo. Mucho más de lo autorizado por la ley.

En ocasiones, y dada la demanda, los choferes no pueden hacer uso del descanso establecido entre recorridos. Además, los sueldos base promedio son muy bajos, por lo que el salario final es alimentado de bonos y metas.

Según Valentina Doniez, antropóloga e investigadora de Fundación Sol, “desde que comienza el Transantiago empiezan a construir relaciones mucho más flexibles, con un sueldo en base a metas, entonces todo ese mito de que el Transantiago venía a modernizar las condiciones de los trabajadores en el transporte público, se muestra totalmente falaz”.

A bordo de las máquinas, los trabajadores no cuentan con baños ni espacios donde detenerse a hacer sus necesidades en plena jornada laboral, por lo que muchos se ven obligados a orinar en botellas, en la calle o a usar pañales para lidiar con el problema.


“Hemos recibido los garabatos que debieron recibir los empresarios”

Sumado a que las condiciones de trabajo no auguran el mejor ambiente laboral, los conductores deben lidiar con las relaciones conflictivas que se producen con los usuarios del servicio. A varios de su implementación, éste aún no logra satisfacer a los pasajeros, que viven quejándose de la falta de buses, las largas esperas y el alto precio de la tarifa, que ya alcanza los 610 pesos.

La evasión ha sido todo un dolor de cabeza para los propios conductores, quienes son constantemente insultados por los usuarios insatisfechos del transporte público. Episodios que los enfrentan diariamente a una importante situación de estrés.

“Desde el inicio del Transantiago hemos sido la cara visible de esto. Hemos recibido los garabatos que debieron recibir los empresarios y los políticos que hicieron el negociado, hemos sido la carne de cañón en todo esto. Es un tema lamentable para nosotros, hemos decidido llevar todo esta carga emocional y estrés que también tiene el usuario, sabemos que el usuario también es trabajador y vamos a ver qué empleador tiene. Después de su día a día, vuelve a la casa y ¿con quién se va a llegar a descargar? Si no es con su familia, va a tener que descargarse con el chofer”, argumentó Ponce.

Además de los conflictos con los usuarios, los choferes del Transantiago enfrentan a diario una estructura vial compleja, donde los automóviles son la mayoría: “Nosotros tenemos que compartir en las calles con ciclistas, peatones, perros, gatos, y más encima, somos el gremio que tenemos más jefes en este sistema”, señaló el dirigente sindical, en alusión a la supervisión de inspectores municipales, carabineros, usuarios y los propios jefes de sus respectivas empresas.

Así las cosas, el estrés laboral de los conductores ha masificado en el gremio enfermedades como diabetes, hipertensión, tabaquismo, paros cardíacos y otras dolencias asociadas a trastornos psicológicos y de sedentarismo.


Terrorismo sindical

Enfrentando un ambiente laboral precario, los conductores del Transantiago han tenido pocas posibilidades de organizarse. De hecho, Marco Antonio Cuadra, el trabajador que decidió quemarse a lo bonzo, sufrió un despido pese a su fuero sindical, algo más común de lo que parece.

“Es mucho más frecuente de lo que uno pensaría”, explicó Doniez. “No todo queda en las cifras de juicios por prácticas antisindicales, yo creo que especialmente en el Transantiago, nosotros hemos sabido de situaciones de sindicatos que se les denomina amarillos o financiados y son promovidos por la empresa para, lamentablemente, desarrollar prácticas en contra de sus propios compañeros”.

En el rubro, el antisindicalismo de las empresas es conocido: existe una serie de mecanismos utilizados para frenar la organización de los trabajadores, acusar a los conductores que se vinculen a estas prácticas y obstaculizar las tareas de los dirigentes.

Por ello, aseguró la experta de Fundación Sol, es necesario transparentar el trabajo de las organizaciones que hoy disputan mejores condiciones laborales para sus compañeros. Uno de estos casos es el de la Confederación Bolivariana de Trabajadores del Transporte de Chile, quienes ya enviaron un petitorio a la Dirección del Trabajo donde formulan algunas demandas del sector. Sin embargo, éstas no fueron escuchadas ni pensadas mayormente hasta que, la madrugada del lunes, Cuadra decidió quemarse en el patio de su empresa.

Mientras, sus compañeros aún le dan una vuelta a la radical decisión del dirigente: “Creo que fue una decisión drástica, no era ideal, pero lamentablemente en esta humanidad, cuando no se es escuchado por las autoridades que uno elige, a veces el ser humano toma estas decisiones para que seamos oídos de verdad”, reflexionó Ponce.

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